Yo
quería dibujarte mi país,
anotar
mi dirección en el revés de una factura.
Que
viéramos juntos el último amanecer,
verte
recorrer, de espaldas, el tramo hacia el avión.
Tal
vez fue todo culpa de una hamaca,
por
incómoda,
o
la lluvia que te dejó atrapado en mi automóvil,
o
porque soy muy guapa,
entonces
te asustabas.
Pero,
no
hubo tiempo para memorizar tus manos,
la
marca de jeans que usás,
ni
la manera de articular tus labios cuando besan.
Hubiera
querido tener una hamaca cómoda,
ver
el último amanecer que nos quedaba,
pelearnos,
preguntarte
el segundo apellido.
- Paula Piedra
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